Puente de los diablos

En los paisajes de la provincia de Salamanca, cerca de la pequeña aldea de Porqueriza, en el término municipal de La Mata de Ledesma, se esconde una joya arquitectónica envuelta en misterio y tradición: el Puente de los Diablos, también conocido por algunos como el Puente de las Brujas. Aunque modesto en sus dimensiones, este puente es un poderoso imán para la curiosidad, gracias a sus probables orígenes medievales, una arquitectura singular y, sobre todo, un nombre que susurra historias de pactos sobrenaturales y encuentros mágicos. Acompáñanos a desentrañar los secretos de esta «pieza singular» del patrimonio salmantino.

¿Dónde encontrar este puente de leyenda?

El Puente de los Diablos te espera en la provincia de Salamanca, en Castilla y León. Para ser más exactos, lo hallarás junto a la tranquila pedanía de Porqueriza, que pertenece al municipio de La Mata de Ledesma. Se encuentra a aproximadamente un kilómetro de las casas de Porqueriza y a unos tres kilómetros del núcleo principal de La Mata de Ledesma, y a unos 25 kilómetros de la ciudad de Salamanca.

Un detalle curioso es el nombre del arroyo que cruza. Algunas fuentes antiguas, como las de Antonio García Boiza en 1937, lo llaman «arroyo que llaman la Ribera Parda», nombre que aún resuena en guías locales. Otras referencias lo identifican como «Río Seco», quizás aludiendo a su caudal estacional. Esta dualidad nos recuerda la riqueza y a veces la complejidad de la toponimia local.

Llegar hasta él puede tener un punto de aventura. La ruta más aconsejable parte de un camino de tierra ancho que se dirige al este desde Porqueriza. Tras unos 500 metros, un desvío a la izquierda te conducirá, a través de un evocador sendero entre encinas, hasta el pequeño valle donde el puente te aguarda.

Un salto en el tiempo: arquitectura e historia

Determinar la fecha exacta de construcción del Puente de los Diablos es un desafío, ya que no contamos con documentos directos de su época o estudios arqueológicos exhaustivos. Sin embargo, la mayoría de los indicios apuntan a un origen medieval.

Muchos expertos lo sitúan en la «época medieval», y algunos se aventuran a sugerir una construcción «románica tardía» (siglos XII-XIII) o simplemente «románico». Esta datación se basa en sus características estilísticas:

  • Un solo y elegante arco: Es la seña de identidad del puente.
  • Arco apuntado u ojival: Típico del gótico, aunque también presente en el románico de transición, esta forma no solo es estética sino que permitía salvar mayores luces y distribuir mejor las cargas.
  • Fábrica de sillería de granito: Construido con piedras de granito bien labradas y escuadradas, un material local que le ha conferido durabilidad.
  • Dimensiones modestas: Un puente «pequeño» o «humilde», con un tablero estrecho, perfecto para el paso de personas, ganado y quizás pequeños carros de antaño.
  • Ausencia de pretiles: No cuenta con los muretes laterales de protección, algo común en puentes rurales antiguos o que podría ser resultado del paso del tiempo.

Se cree que el puente formaba parte de una antigua vía de comunicación local o regional, vital para el tránsito entre Porqueriza, La Mata de Ledesma y otras zonas de la comarca. Incluso se ha sugerido que podría estar «a la vera de la antigua calzada romana que iba de Salamanca a Ledesma por Zorita de la Frontera». Aunque esto último requeriría más investigación, es plausible que el puente medieval sirviera a una ruta de importancia histórica.

El misterio de su nombre: ¿obra del diablo o refugio de brujas?

Uno de los mayores atractivos del puente es, sin duda, su nombre: «Puente de los Diablos» o, en una variante menos común hoy en día, «Puente de las Brujas». Esta denominación lo conecta directamente con el rico folclore de la región.

La explicación más extendida es que el nombre proviene de leyendas populares que atribuyen su construcción al diablo o a las brujas. Este tipo de relatos son un clásico en toda Europa para explicar estructuras antiguas o de construcción aparentemente imposible para la época. La leyenda típica del «diablo constructor» suele implicar un pacto: el diablo construye el puente en una sola noche a cambio del alma del primer ser que lo cruce. El ingenio humano, sin embargo, suele encontrar la forma de engañar al diablo, haciendo que un animal sea el primero en pasar.

[Imagen del puente con un aura misteriosa o al atardecer]

La variante «Puente de las Brujas» sugiere otros cuentos. Los lugares aislados, los cruces de caminos y los puentes cercanos al agua eran, en la imaginación popular, puntos de reunión para aquelarres y encuentros de seres sobrenaturales. El aislamiento y la antigüedad del puente de Porqueriza lo convertían en el escenario perfecto para tales historias.

Aunque también se ha sugerido que «de los Diablos» podría aludir a la dificultad del paso o a peligros de la zona, la conexión con lo sobrenatural es la que ha perdurado con más fuerza, añadiendo una capa de fascinación a su ya notable presencia.

Un tesoro en la dehesa salmantina y ecos de un pasado remoto

El Puente de los Diablos se enclava en un paisaje característico de dehesa salmantina, un entorno de gran belleza y valor ecológico, con encinas dispersas sobre pastizales. El arroyo que salva, ya sea la Ribera Parda o el Río Seco, es un curso de agua modesto, probablemente estacional, que serpentea por un pequeño valle.

Pero el entorno del puente guarda otra sorpresa, un vínculo con un pasado aún más antiguo: el hallazgo de un verraco vetón. Antonio García Boiza documentó en 1937 el descubrimiento de esta escultura prerromana de granito, representando un cerdo o jabalí, «en el mismo lugar del puente», extraído del cauce del arroyo. Aunque le faltaba la cabeza y parte de las patas, su presencia es un testimonio inequívoco de la ocupación humana del área en la Edad del Hierro, mucho antes de que se colocara la primera piedra del puente medieval. Este verraco, trasladado en su día a una finca cercana en Porqueriza, conecta el lugar con la cultura vetona y sus posibles rituales o usos ganaderos y territoriales.

Un patrimonio que lucha contra el olvido

El estado de conservación del Puente de los Diablos es una mezcla de resistencia y fragilidad. Su estructura principal de sillería de granito ha resistido admirablemente el paso de los siglos. Sin embargo, sufre los efectos del abandono:

  • Pérdida de elementos: Ha perdido el pavimento original del tablero y los pretiles.
  • Invasión de vegetación: Arbustos y raíces crecen sobre y alrededor de la estructura, amenazando con desestabilizarla.
  • Erosión y desgaste: La acción del agua y los elementos han dejado su huella.
  • Falta de mantenimiento y protección: No parece contar con una figura de protección legal específica (como Bien de Interés Cultural) que garantice su cuidado, más allá de su reconocimiento en el ámbito local.

Para asegurar su supervivencia, serían necesarias actuaciones de limpieza, consolidación, un estudio arqueológico más profundo y una puesta en valor que incluya mejor señalización y difusión.

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